Lanusverde
Por el Prof. Alejandro Chitrángulo.-
Por el Prof. Alejandro Chitrángulo.-
ALERGIAS DE INVIERNO
El inicio del invierno marca un implacable descenso de la temperatura y los cambios bruscos en el termómetro son un fenómeno objetivo que dispara un molesto abanico de síntomas. Congestión, narices obstruidas, picazón, lagrimeo, estornudos. El frío disminuye los mecanismos de defensa naturales de las vías respiratorias, las bajas temperaturas inmovilizan las cilias, una suerte de cepillitos que recubren la membrana interior de las vías respiratorias y actúan como una cinta transportadora que va eliminando el mucus, cargado de partículas y bacterias. Por eso, hay más predisposición a infectarse con un virus.
El Dr. Samuel Azar, de la red de alergología que depende del gobierno porteño, explica: “Las personas alérgicas Suelen tener hiperreactividad de sus vías respiratorias. Esas vías reaccionan de manera exagerada frente a diversos estímulos, como los cambios bruscos de temperatura, el frío y sustancias que funcionan como alergenos o irritantes, es decir, disparadores de una cascada alérgica. Estas sustancias están tanto en el exterior como en el interior, en los lugares donde uno pasa la mayor cantidad de tiempo."
Lo que mas afecta a los alérgicos son los ácaros. Estos microscópicos seres proliferan con la humedad y temperatura típicas del otoño. Habitan en los colchones, almohadas, alfombras y el polvo del interior de casas. Los ácaros se ponen mas activos cuando se enciende la calefacción y los espacios cerrados son menos ventilados por el frío.
En el caso de los asmáticos (el 90% tiene origen alérgico), la suma de frío más irritación por alergenos dispara una agresión sobre los bronquios, que reaccionan de manera desmesurada y responden obstruyéndose, con una crisis.
Además, agrega el especialista, “existe una clara relación entre la infección respiratoria por virus y la crisis de asma. Es frecuente que antes de los síntomas propios de virosis (fiebre y decaimiento), aparezcan síntomas alérgicos”. En esta época del año es frecuente encontrar personas con una secreción nasal transparente que parece una canilla abierta y los obliga a usar pañuelos en forma permanente. Si la alergia se manifiesta en el nivel nasal produce síntomas como picazón de la nariz, ojos y garganta, lagrimeo, sensación de nariz tapada y congestión. Incluso a veces también pueden presentar síntomas en los oídos. Ante esta sintomatología el alérgico piensa que esta resfriado. Inicialmente no es así y solo se trata de síntomas de alergia, pero finalmente sí se resfría. Esto ocurre porque entre los alérgicos habitualmente está inflamada la membrana que tapiza el interior de las vías aéreas y esto facilita el ingreso de bacterias, virus y alérgenos.
La alergia es un proceso sistémico que, sin embargo, elige algún órgano para expresarse. "Los síntomas -dice Azar- varían según el órgano afectado. Puede manifestarse en la nariz, los bronquios, la piel. A veces, un mismo paciente tiene todas las manifestaciones: puede pasar, por ejemplo, que una persona haya tenido diarreas por alergia a la leche de vaca cuando era un lactante y que luego, al crecer, le aparezcan eccemas en la piel. Con el tiempo, esa misma persona puede experimentar también crisis de asma. Esto evidencia que, ya sea en forma secuencial o simultánea, la alergia se expresa en varios órganos a la vez."
¿Cómo diferenciar los resfríos (de origen viral) de las rinitis alérgicas? "A diferencia de las alergias -advierte el doctor Azar-, el resfrío provoca una secreción inicialmente acuosa que luego se transforma en espesa y amarillenta, y también puede ocasionar decaimiento y algo de fiebre. Las alergias ceden si la persona deja de exponerse al alérgeno, en cambio los resfríos virales suelen extenderse una semana y a veces más si se complican con sinusitis, que es la inflamación de los senos paranasales."
Prevenir es mejor que curar
Cuando hay epidemias de procesos virales es conveniente no permanecer en lugares cerrados o mal ventilados. Hay que alimentarse bien, tomar suficiente cantidad de líquidos y hacer una limpieza frecuente para evitar la proliferación de ácaros y hongos.
La cita del médico griego Hipócrates, del siglo V. a.C, reconocido como padre de la medicina moderna: “Que tu alimento sea tu medicina, y que tu medicina sea tu alimento”. Resume sabiamente que el buen funcionamiento del cuerpo se rige por la calidad y el tipo de alimentos ingeridos en la dieta. La nutrición es, por tanto, la vía natural para prevenir enfermedades, hay nutrientes específicos que, influyen de manera determinante en el buen estado de órganos y tejidos.
Por ejemplo para contrarrestar los molestos síntomas como irritación, tos o mucosidad, nada mejor que las cebollas y los puerros. Estos tienen en común compuestos azufrados que forman parte de sus aceites esenciales como son los tiosulfinatos, que cumplen una acción antiasmática y antiinflamatoria. Estas sustancias son las responsables de su característico sabor y olor fuertes. La borraja es otra verdura que, por su riqueza en mucílagos, (un tipo de fibra con acción emoliente, suavizante y protectora) suaviza las mucosas y facilita la expectoración, incluirla cocida o en forma de jugo en la dieta es muy benéfico, incluso para la irritación de garganta y hasta una gastritis por exceso de acidez en el estómago.
Si la mucosidad se hace crónica, eliminar temporalmente la leche y derivados puede resultar efectivo. Parece ser que son las mucoproteínas, un tipo de proteínas de los lácteos, las responsables de la excesiva producción. Tomar un tazón de crema de calabaza cada día es una buena terapia para acelerar la curación de la garganta irritada. Esta hortaliza se destaca por su riqueza en betacarotenos, Éstos se transforman en vitamina A, un nutriente que aumenta la producción de anticuerpos y, por tanto, favorece la resistencia a las infecciones. Si se mezcla con zanahoria, la dosis de provitamina A aún será mayor y, en consecuencia, también lo será el efecto.
Las propiedades bactericidas de la miel son bien reconocidas. Consumirla disuelta en un vaso de agua templada y mezclada con jugo de limón ayuda a calmar la tos. La miel ejerce una acción sedante, antitusígena y suavizante de las mucosas de las vías respiratorias. El ácido cítrico del limón, posee un notable efecto antiséptico y antibacteriano.
Fuente: Revista Salud & Sociedad
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