26 agosto 2017

OBSOLESCENCIA PROGRAMADA


OBSOLESCENCIA PROGRAMADA


Es probable que no se encuentre muy familiarizado con este término, pero seguramente usted debe ser uno más de los millones de consumidores que han sufrido alguna vez sus efectos, que afectan nuestros bolsillos y fundamentalmente la sustentabilidad del paneta.
Según la famosa enciclopedia web Wikipedia, se denomina obsolescencia programada u obsolescencia planificada a la determinación, la planificación o programación del fin de la vida útil de un producto o servicio de modo que —tras un período de tiempo
calculado de antemano por el fabricante o por la empresa de servicios durante la fase de diseño de dicho producto o servicio— éste se torne obsoleto, no funcional, inútil o inservible.
Se considera que el origen se remonta a 1932, cuando Bernard London proponía terminar con la gran depresión a través de la obsolescencia planificada y obligada por ley (aunque nunca se llevase a cabo). Sin embargo, el término fue popularizado por primera vez en 1954 por Brooks Stevens, diseñador industrial estadounidense. Stevens tenía previsto dar una charla en una conferencia de publicidad en Minneapolis en 1954. Sin pensarlo mucho, utilizó el término como título para su charla.
En la sociedad en la que vivimos, en la cual el consumo constituye una parte fundamental, no es de extrañar que muchas empresas pongan en marcha ciertas “estrategias” de dudosa validez ética y moral con el único fin de obtener mayores beneficios económicos. La obsolescencia programada o acortamiento de la vida útil de un producto con el fin de convertirlo en un  “usar y tirar”, promueve consiguiente gasto por parte del afectado al tener que comprar otro.
La operación es simple. Basta con la inclusión de pequeñas piezas defectuosas en nuestros ordenadores, lavadoras o televisores, de manera que éstos no tardan demasiado en dar problemas. Así, además de ahorrar material, logran que nos veamos en la necesidad de reparar el daño, con la consiguiente sorpresa que nos llevamos al conocer el precio del arreglo.
Conclusión: acabamos comprando otro. Y eso es precisamente lo que se busca, que cada vez nos duren menos nuestros aparatos o utensilios para así tener que gastar más y más.
Hasta enero de 2011 muy pocos sabían qué era eso de la ‘obsolescencia programada’. Sin embargo, la emisión del documental: “Comprar tirar comprar”  hizo que el término entrara con fuerza en el diccionario colectivo y que todo el mundo hablara de esos productos ‘fabricados para no durar’. El debate se trasladó a las redes sociales y llegó a convertirse en trending topic mundial.
Pero a través del documental no solo conocimos esa estrategia de las grandes empresas de reducir deliberadamente la vida de un producto para incrementar su consumo, también supimos de la existencia de emprendedores que intentaban poner en marcha nuevas alternativas de negocio que hicieran frente a la obsolescencia programada; una corriente que cada día encuentra más seguidores.

Un documental para abrir los ojos

El documental realizado por TVE nos muestra nuevas aristas y da cuenta de numerosos productos expresamente diseñados para que dejen de funcionar apenas se cumple la garantía. Esto plantea la pregunta de rigor: ¿Por qué el mercado no castiga a los productores que utilizan la obsolescencia programada, y no beneficia a la producción de productos durables? La respuesta está en que el actual sistema de mercado sólo se interesa en el factor precio, y es el precio, es decir un factor financiero, el que regula la totalidad de las economías modernas. Como las economías modernas se basan en la deuda y el crédito, gran parte de los productos se planifican para durar mientras se siguen pagando, de tal forma de crear una dependencia entre producción, consumo y crédito, donde los flujos financieros se constituyen en el motor central que mueve a la economía, haciendo que el sistema financiero justifique su existencia. La obsolescencia programada, “es el motor secreto de nuestra sociedad de consumo”.

Mientras esto siga sucediendo, seguiremos dilapidando los recursos del planeta, mientras acumulamos millones de toneladas de basura electrónica. Es la gran paradoja del actual modelo capitalista que permite a las empresas producir y vender productos diseñados para fallar en un plazo breve, solo para mantener al sistema artificialmente a flote, con una idea de falso crecimiento, mientras el medio ambiente y los consumidores son los grandes perjudicados.

LA TIERRA SE QUEDO SIN RECURSOS



Según los grupos ambientalistas del Fondo Mundial para la Naturaleza, (WWF), que en nuestro país está representada por la Fundación Vida Silvestre,  y la Global Footprint Network, a principios de agosto la Tierra ya ha alcanzado el límite de explotación de sus recursos naturales para todo el resto del año 2017. El 2 de agosto se denomino el  "Día del exceso de la Tierra", es decir, el momento del año en el que el planeta entra en déficit de recursos.

La fecha se calcula con ayuda de la conocida como huella ecológica, que supone una especie de sistema de contabilidad de los recursos del planeta. En un lado se encuentra la oferta, por ejemplo, de bosques, campos y agua y por otro la demanda o necesidades de la población. También se incluyen las emisiones y desechos. De esta manera, la huella es mucho mayor en las naciones industrializadas.
La fecha, que este año es más temprana que en 2016, significa que la humanidad sobrevivirá “en crédito" hasta el 31 de diciembre. "Para el 2 de agosto de 2017, habremos usado más de la naturaleza de lo que nuestro planeta puede renovar en todo el año", dijeron los grupos en un comunicado. Esto significa que en siete meses emitimos más carbono que los océanos y los bosques pueden absorber en un año, pescamos más peces, derribamos más árboles, cosechamos más y consumimos más agua de la que la Tierra pudo producir en el mismo periodo. Según los activistas, se necesitaría el equivalente de 1,7 planetas para producir suficientes recursos naturales para igualar nuestras tasas de consumo y una población en crecimiento.

Cambiar la alimentación

Para ayudar a revertir la tendencia, los activistas y las organizaciones benéficas aconsejan comer menos carne, quemar menos combustible y reducir el desperdicio de alimentos.
Según la Global Footprint Network los alimentos constituyen el 26% de nuestra huella ecológica mundial y que si redujéramos los residuos alimenticios en la mitad, consumiéramos menos alimentos con alto contenido proteínico e introdujéramos en nuestra dieta más frutas y hortalizas, podríamos reducirlo al 16%.

Cada año peor

El límite de recursos de la Tierra lleva calculándose desde 1986, y llega cada año más temprano. En 1993, se produjo el 21 de octubre. En 2003, el 22 de septiembre y en 2015, el 13 de agosto. Las emisiones de gases de efecto invernadero causadas por la quema de carbón, petróleo y gas representan el 60% de la huella ecológica de la humanidad en el planeta.
No obstante, todavía estamos a tiempo. Las personas pueden contribuir a detener, y eventualmente revertir, la tendencia al comer menos carne, quemar menos combustible y reducir el desperdicio de alimentos.
En este contexto, la Argentina cumple un rol primordial: se encuentra 9º dentro de los 10 países con mayor biocapacidad de producir recursos y proveer servicios ambientales, detrás de Brasil, China, Estados Unidos, Rusia, India, Canadá, Australia, e Indonesia. A su vez, ocupa el puesto 17° del ránking de biocapacidad per cápita duplicando la media estándar de 3.4 hectáreas por habitante. Argentina ocupa el puesto 27 en el ránking de huella ecológica entre 150 países. 
El consumo excesivo tiene ya consecuencias, como inclemencias meteorológicas extremas, hambrunas o la extinción de especies, así como la amenaza de que desaparezcan ecosistemas como arrecifes de coral, selvas tropicales o sistemas fluviales, alerta WWF. Los recursos cada vez más limitados será también una de las causas de conflictos y guerras.



HERBICIDAS MORTALES


EL GLIFOSATO ES CANCERIGENO

A través de la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer (Iarc), la OMS, declaró a cinco pesticidas como cancerígenos “posibles” o “probables”. El herbicida glifosato (sustancia activa del Roundup, de Monsanto uno de los herbicidas más vendidos) y los insecticidas diazinón, tetraclorvinfos y malatión han sido clasificados como “probablemente cancerígenos para los humanos”.

En la Argentina se usan unos 300 millones de litros de glifosato en 28 millones de hectáreas especialmente en las que se produce soja
Su uso se ha disparado a partir del desarrollo de cosechas modificadas genéticamente para hacerlas precisamente resistentes al uso de estos agentes.

MUERTE EN LA ZONA SOJERA

El glifosato de Monsanto fue desarrollado para la eliminación de hierbas y de arbustos, en especial los perennes. Es un herbicida de amplio espectro, no selectivo y de acción sistémica, altamente efectivo para matar cualquier tipo de planta. En caso de propagación de Roundup sobre una planta, provoca la contaminación general del organismo, lo que provoca una necrosis de los tejidos vegetales, que la conducen a la muerte.
Estudios realizados por científicos independientes han demostrado que el glifosato ha sido erróneamente calificado como "toxicológicamente benigno". Los efectos en humanos, incluyen irritaciones dérmicas y oculares, náuseas y mareos, edema pulmonar, descenso de la presión sanguínea, reacciones alérgicas, dolor abdominal, pérdida masiva de líquido gastrointestinal, vómito, pérdida de conciencia, destrucción de glóbulos rojos, electrocardiogramas anormales y daño o falla renal.
Un equipo norteamericano de científicos independientes, Northwest Coalition for Alternatives to Pesticides (NCAP) ha realizado una revisión de la toxicología del glifosato e identificando efectos adversos en todas las categorías estándar de estudios toxicológicos (subcrónicos, crónicos, carcinogenéticos, mutagénicos y reproductivos).
Una reciente investigación difundida por el programa italiano "Le Iene" expone claros casos de envenenamiento con agroquímicos en la región central de Argentina, donde las personas están empezando a morir de la peor manera.
Malformaciones, cáncer, y al final la peor muerte de todas es la consecuencia del uso cada vez más concentrado de herbicidas, principalmente glifosato, el cual debe aumentar su poder periódicamente debido a la resistencia que desarrollan las "malezas".
Así lo muestra la televisión italiana en una reciente producción realizada en nuestro país, alertados por la cantidad de personas afectadas en las provincias centrales como Santa Fe, Córdoba, Entre ríos y Buenos Aires, donde se utilizan estos químicos en mayor medida desde hace varios años.
Los casos más evidentes se dan en personas que trabajan con este tipo de sustancias sin tomar ningún tipo de recaudos. Un claro ejemplo de ello es la localidad entrerriana de San Salvador, conocida como "el pueblo del cáncer", donde se puede respirar una atmósfera espesa con altas concentraciones de veneno y los habitantes de bajos recursos utilizan los bidones de glifosato descartados para llevar agua a sus hogares. 
El informe cuenta con el testimonio de Fabián Tomasi, oriundo de Basavilbaso, Entre Ríos, quien en 2005 comenzó a trabajar en una empresa de aplicación aérea de agroquímicos y hoy padece una grave afección conocida como la "enfermedad del zapatero" tras verse expuesto periódicamente a una lluvia de herbicidas. 

Una excelente producción conducida por Gaetano Pecoraro que muestra como el "granero del mundo" va camino a convertirse en una gigantesca enfermería. 

PLANETA SUSTENTABLE

PLANETA SUSTENTABLE
La Sustentabilidad, se refiere a la administración eficiente y racional de los recursos naturales, de manera que resulte posible mejorar el bienestar de la población actual, sin comprometer la calidad de vida de las generaciones venideras. El Desarrollo Sustentable puede dividirse conceptualmente en tres partes, ambiental, económica y social.

La justificación del desarrollo sustentable proviene tanto del hecho de tener recursos naturales limitados (nutrientes del suelo, agua potable, minerales, etc.), susceptibles de agotarse, como del hecho de que una creciente actividad económica sin más criterio que lo económico produce, tanto a escala local como planetaria, graves problemas medioambientales que pudieran llegar a ser irreversibles.

El acuerdo de París

Para abordar los problemas del cambio climático los gobiernos de 96 países mas la  Unión Europea, quienes juntos generan más del 55% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, firmaron la adhesión a un instrumento internacional  denominado el Acuerdo de París. Este documento se encuentra dentro del marco de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático que establece medidas para la reducción de las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) a través de la mitigación, adaptación  de los ecosistemas a efectos del Calentamiento Global.
El Acuerdo tiene como objetivo obligar a los gobiernos de los países firmantes a tomar medidas para limitar en este siglo el aumento de la temperatura a menos de 2 grados centígrados con respecto a los niveles de la era preindustrial y reforzar la respuesta mundial a la amenaza del cambio climático, en el contexto del desarrollo sostenible y de los esfuerzos por erradicar la pobreza.
Existe consenso científico respecto de que, para permanecer por debajo de los dos grados que exige el acuerdo, los humanos podemos emitir solo 565 gigatones más de dióxido de carbono a la atmósfera. Para tener una idea de proporciones y de lo que esto significa, tomemos en cuenta que un gigatón equivale a 1.000.000.000 de toneladas y que solo durante la última década quemamos 321 gigatones de combustibles fósiles. Tomando en cuenta estas cifras, hay cierta urgencia para resolver el problema ya que si seguimos al ritmo actual, en 17 años habremos quemado esa cantidad.
El Acuerdo se implementaría a partir de 2020, reemplazando el Protocolo de Kioto.

El negocio de contaminar
En los balances de las empresas energéticas y en los activos de los gobiernos, quedan reservas por 2.795 gigatones, es decir, cinco veces más petróleo, carbón y gas del que podemos quemar. Se calcula que estas reservas están valuadas en 28 billones de dólares. De tener en cuenta estos números, para cumplir el Acuerdo de París y limitar las emisiones de gases de efecto invernadero, el 80% de esos recursos energéticos existentes, contabilizados en los balances de las empresas y gobiernos, nunca deberían usarse y deberían quedar bajo tierra. De modo que poner en práctica el Acuerdo de París, dispararia un denominado  write off (pérdida) de 20 billones de dólares.
Si la crisis financiera de 2008 -relacionada con las hipotecas y las subprime- fue por 2,2 billones de dólares de incobrables, quitar definitivamente de los balances las reservas fósiles existentes por casi 10 veces ese valor dispararía una debacle financiera mundial. Y hoy no existe gobernante en el planeta que tenga el valor ni la fuerza política para enfrentar a todo el lobby petrolero del mundo y afrontar las consecuencias de tomar esta decisión. Es por eso que el 1 de junio de este año, el presidente Donald Trump anunció la retirada de Estados Unidos de este acuerdo, dadas sus promesas de campaña en pro de los intereses económicos de la nación.

El papa verde

El papa Francisco dejó en claro que el compromiso ambiental forma parte de su agenda, que debe ser atendido a la par de la problemática social y que debe hacerse de manera urgente.

La encíclica Laudato si: Sobre el cuidado de la casa común, fue su gran declaración de posición. En este documento histórico, el pontífice, expresó que el calentamiento climático es real y es consecuencia de el enorme consumo de algunos países ricos tiene repercusiones en los lugares más pobres de la Tierra. En este sentido, habla de una deuda ecológicadada porque los pueblos en vías de desarrollo, donde se encuentran las más importantes reservas de la biosfera, siguen alimentando el desarrollo de los países más ricos a costa de su presente y de su futuro. Además, que es necesaria la creación de instituciones internacionales fuertes, y el compromiso de los líderes políticos y el sacrificio individual para combatirlo. Por último, llamó a la Iglesia a promover debates científicos honestos acerca del tema.

05 junio 2017

Día mundial del medio ambiente

DIA DEL MEDIO AMBIENTE

El hombre es a la vez obra y artífice del medio que lo rodea, el cual le da el sustento material y le brinda la oportunidad de desarrollarse intelectual, moral, social y espiritualmente. En la larga y tortuosa evolución de la raza humana en este planeta se ha llegado a una etapa en que, gracias a la rápida aceleración de la ciencia y la tecnología, el hombre ha adquirido el poder de transformar, de innumerables maneras y en una escala sin precedentes, cuanto lo rodea.
Las Naciones Unidas, conscientes de que la protección y el mejoramiento del medio humano es una cuestión fundamental que afecta al bienestar de los pueblos y al desarrollo económico del mundo entero, designaron el 5 de junio  Día Mundial del Medio Ambiente.
La celebración de este día nos brinda la oportunidad de ampliar las bases de una opinión pública bien informada y de una conducta de los individuos, de las empresas y de las colectividades inspirada en el sentido de su responsabilidad en cuanto a la conservación y la mejora del medio.
Este día ha ido ganando relevancia desde que comenzó a celebrarse en 1974 y, ahora, es una plataforma mundial de divulgación pública con amplia repercusión en todo el planeta.
Cada año, el Día Mundial del Medio Ambiente se organiza en torno a un tema y sirve para centrar la atención en una cuestión particular apremiante.
El tema de 2017 se centra en la conexión de las personas con la naturaleza, y nos anima a que salgamos al aire libre y nos adentremos en la naturaleza para apreciar su belleza y reflexionar acerca de cómo somos parte integrante y lo mucho que de ella dependemos. El país anfitrión del Día Mundial del Medio Ambiente, donde tienen lugar las celebraciones oficiales, varía anualmente. Este año es Canadá.

EE.UU. AVANDONA EL ACUERDO DE PARIS
Se denomina “El Acuerdo de París”, a un compromiso firmado en noviembre de 2015 por los líderes de 195 países (con la excepción de Nicaragua y Siria) y los líderes de las empresas más relevantes a nivel mundial, estableciendo un acuerdo para mantener el aumento de la temperatura global por debajo de los 2°C con el fin de evitar los efectos catastróficos del calentamiento de la Tierra.
La semana pasada Donald Trump ha anunciado desde la Casa Blanca que Estados Unidos ya no suscribirá el Acuerdo de París. Este es el golpe final de la política de Trump contra el medio ambiente que ha incluido la censura a científicos que investigan el cambio climático y el rechazo al plan que Barack Obama propuso para disminuir las emisiones de carbono, aun cuando esta nación es la segunda productora, después de China, de gases de efecto invernadero. Estados Unidos había prometido reducir entre el 26 y el 28% las emisiones de gases contaminantes para el año 2025.
Según Trump "Este acuerdo es poco sobre el clima y más acerca de otros países obteniendo ventaja económica sobre los Estados Unidos." De acuerdo con las cifras de Trump, "las restricciones económicas" que implica el Acuerdo de París provocarían la pérdida de 2.7 millones de empleos estadounidenses para el año 2025. También dijo: El Acuerdo de París es una redistribución masiva de la riqueza de Estados Unidos a otros países. Sin embargo, aseguró que cuidarán el ambiente, pero sin sacrificar los empleos de su nación. "Fui elegido para representar a la gente de Pittsburgh, no de París", mencionó.
En la teoría  El pacto de París estableció que los países no podrían abandonarlo durante los primeros tres años y, una vez decidido, no sería efectivo hasta un año después. Es decir, en teoría, EE UU seguirá formando parte del acuerdo del clima hasta 2020. Pero en la práctica Trump ya ha aprobado diversas normativas que han desmantelado la política de Obama en su lucha contra el cambio climático y que contribuirán a que no se reduzcan las emisiones. A falta de estas protecciones, EE UU ya iba a fracasar en su compromiso con París. El mandatario republicano ha eliminado los planes energéticos que prohibían nuevas explotaciones de energías fósiles y ha dado vía libre a las extracciones en zonas costeras de EE UU que Obama había protegido.

EL FUTURO DEL MEDIO AMBIENTE
La tierra sufrirá mayores niveles de calentamiento, subirán las temperaturas medias, se acelerará el deshielo en los polos y crecerá el nivel del mar. Estas son las predicciones de los científicos que alertan de las consecuencias de no reducir las emisiones tóxicas. Si EE UU lo recorta menos de lo prometido, como segundo país más contaminante, el impacto puede ser aún mayor.
Una estimación de varios expertos consultados por Associated Press apunta a que cada año podría haber hasta 3.000 millones de toneladas más de dióxido de carbono en la atmósfera. Incluso si todos los países del Acuerdo de París cumplen su compromiso excepto EE UU, la tierra podría calentarse 0.3 grados centígrados más a finales de siglo —el objetivo es que no alcance los 2 grados para entonces y ya hemos superado más de 1,1 grado centígrado.