
Lanusverde
Por Alejandro Chitrángulo
AGUA CONTAMINADA
La contaminación del agua puede proceder de fuentes naturales, pero sin duda la más importante es la producida por el ser humano y sus actividades. La industrialización y el desarrollo suponen un mayor uso de agua, más generación de residuos y mayor uso de medios de transporte náuticos, que son también causa de contaminación de las aguas. Difícilmente el agua queda inocua de toxicidad. Por este motivo, los expertos intentan buscar la mejor y más eficaz solución al tratamiento de las aguas de consumo.
Cada día se registran en todo el mundo cientos de productos químicos, industriales, farmacéuticos, de limpieza, plásticos etc. procedentes, de la actividad humana en general. Prácticamente todas estas sustancias, de alguna manera encuentran su camino hasta las aguas naturales, aunque en algunos casos en muy bajas concentraciones. Sin embargo, todas pueden acabar formando parte del agua potable de red, de ahí la importancia de establecer sistemas de vigilancia que contribuyan a la evaluación continuada de la seguridad del agua de consumo humano.
De acuerdo con esta problemática, el grupo de investigación del Instituto Federal Suizo de la Ciencia y Tecnología Acuática (Eawag) ha realizado un estudio centrado en los efectos de contaminantes del agua, como son los plaguicidas o varias sustancias químicas de desecho para evaluar su efecto y su posterior tratamiento. Si bien la investigación se ha centrado en los efectos de cada una de las sustancias bajo condiciones controladas de laboratorio, es evidente que la situación real en las aguas naturales que consumimos es mucho más compleja.
Según el estudio, el aumento de la temperatura del agua o los niveles más altos de radiación ultravioleta asociados con el cambio climático pueden crear presiones adicionales para los organismos expuestos a los contaminantes. En particular, la clásica doctrina de que los efectos los determina sólo la dosis se ha puesto en tela de juicio. Un ejemplo de ello es la exposición a los plaguicidas que, por normal general, fluctúa bruscamente. Los investigadores de Eawag han demostrado que el intervalo entre las dos concentraciones máximas es un factor crucial para determinar si los organismos se dañan de manera permanente o son capaces de recuperarse.
Si este período es corto, por ejemplo 34 días, el hecho de recibir una segunda ola de contaminación será más perjudicial para los organismos que han sido dañados por una exposición previa. En consecuencia, Eawag ha desarrollado un modelo que tiene en cuenta estos resultados y, por lo tanto, mejorar la evaluación de los riesgos para los productos químicos. Además, los investigadores de Eawag han demostrado que se deben tener en cuenta los productos de transformación ya que pueden ser iguales o más nocivos que el propio tóxico. En un estudio de 37 plaguicidas, el 30% de los productos de transformación se consideran como tóxicos o incluso más tóxicos que el propio compuesto.
Nuevas tecnologías para tratar el agua
El agua natural no contaminada suele ser de un color entre rojizo, pardo, amarillento o verdoso debido, principalmente, a los compuestos húmicos, férricos o los pigmentos verdes de las algas que contienen. Por el contrario, las aguas contaminadas pueden tener diversos colores, aunque no se pueden establecer relaciones claras entre el color y el tipo de contaminación. La temperatura influye de igual manera en el agua: un aumento de ésta disminuye la solubilidad de gases como el oxígeno y aumenta la de las sales. Además, aumenta la velocidad de las reacciones del metabolismo acelerando su putrefacción. Su temperatura óptima está entre 10 y 14ºC.
Las aguas superficiales limpias están saturadas de oxígeno, lo que es fundamental para la vida animal. Si el nivel de oxígeno en el agua es bajo indica contaminación, ya sea por materia orgánica o debido a una mala calidad del agua. Cuanto más oxígeno, más calidad en el agua. Por otra parte, los aceites y las grasas procedentes de restos de alimentos o de procesos industriales no son nada fáciles de metabolizar por las bacterias, con lo que quedan flotando y formando películas en el agua. Su posterior eliminación es muy compleja y genera nuevos residuos nocivos para la salud. Los fenoles, metabolitos secundarios, pueden estar en el agua como resultado de contaminación industrial al reaccionar con el cloro, que se añade como desinfectante, forman clorofenoles que dan al agua muy mal olor y sabor. Se trata, pues de un indicador de agua contaminada. Los compuestos químicos presentes en el agua aunque estén en concentraciones muy pequeñas, suelen dar olores y sabores al agua.
En una experiencia piloto en la planta de Regensdorf (Zurich) se ha demostrado que la ozonización, alternativa a la cloración, de aguas residuales elimina en gran medida los efectos tóxicos de los microcontaminantes. El ozono se utiliza en el tratamiento del agua desde hace muchos años, es más potente y de más rápida acción como desinfectante que el cloro, el dióxido de cloro y las cloraminas. Hasta ahora su elevado costo impide su utilización habitual aunque esta tendencia esta por cambiar.
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Fuente: Consumer.com
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