
Gestiónverde
Por Alejandro Chitrángulo
DÍA MUNDIAL DEL DERROCHE DE AGUA
El 22 de marzo pasado se celebro en buena parte del mundo el “Día Internacional del Agua”. Recibí gran cantidad de mails para que me una a los festejos y la toma de conciencia, pero la realidad cuenta otra cosa, “En Bs As. Somos sumamente hipócritas y festejamos el día del derroche de agua”. Tal vez, el agua, constituya el don más preciado que la Tierra ofrece a la humanidad. Es decisiva para los procesos ambientales y el bienestar social, pero el agua dulce apta para el consumo humano es un recurso finito y vulnerable. Debiera suponerse, por tanto, que el hombre debería mostrar un respetuoso cuidado con ella, procurando conservar sus reservas naturales y esforzándose por salvaguardar su pureza.
Según algunos cálculos recientes, la Tierra, cuenta con 1400 millones de kilómetros cúbicos de agua. Imaginar este tamaño es difícil, creer que alcanzará para siempre, es fácil. Sin embargo, la realidad es muy diferente.
La población humana crece y la demanda de agua lo hace a un ritmo aún mayor. La realidad de este valioso recurso puede explicarse si se tiene en cuenta que el 98 % de toda el agua del planeta es salada. El agua dulce, solo representa un 2,5%. Además, la mayor parte de ese 2,5 % se reparten entre los casquetes polares, los glaciares y el agua depositada en capas freáticas, con lo cual solo es accesible para uso humano el 0,26 % que se encuentra en forma de lagos, ríos y lagunas.
El consumo irresponsable
El consumo mundial de agua potable a principios de 1900, contemplando la producción agrícola los usos industriales y el consumo humano era de alrededor de 500 kilómetros cúbicos por año. En la actualidad esos valores han crecido hasta los 3750 kilómetros cúbicos. Esto demuestra que el consumo se ha multiplicado por siete en menos de un siglo.
Los especialistas sostienen, que el consumo de agua, crece dos veces más rápido que el aumento demográfico de la población mundial. Se cree que ya hemos consumido algo así como la mitad de los recursos hídricos disponibles. Este derroche, corresponde solamente a una pequeña porción de quienes habitan el planeta.
Ya que en la actualidad hay casi 1200 millones de personas, en su mayoría habitantes de América latina, África y Asia, se ven privadas del abastecimiento de agua potable y 2600 millones, que no cuentan con un servicio mínimo de estructura sanitaria. Gracias a esta falta de infraestructura cloacal mueren cada año por enfermedades diarreicas y paludismo alrededor de 3.100.000 personas, de las cuales el 90 por ciento son niños menores de cinco años. Cada año se podría salvar la vida de 1.600.000 personas si se les ofreciera la posibilidad de acceder al agua potable y a las instalaciones higiénicas.
Para evitar estas muertes y mantener un nivel de vida aceptable se requieren de 20 a 50 litros por día y por persona, para bebida, comida e higiene. En las grandes ciudades del mundo se usan aproximadamente 250 litros de agua por día por persona. En la Ciudad de Buenos Aires y cono urbano se usan alrededor de 630 litros, o sea unos 230 mil litros por año por bonaerense. Esta cifra duplica el promedio de las ciudades europeas e incluso supera el consumo per cápita de cualquier ciudad de los EE. UU. Dejando a nuestro país en el 1º lugar mundial en consumo de agua potable.
Este derroche se debe fundamentalmente a importantes falencias en el rol que le toca al estado. La falta de planificación, una legislación inadecuada. Mala aplicación de las normas existentes, insuficiente control y mantenimiento de las redes. Esto sumado al bajo nivel de concientización y participación ciudadana, la falta de respeto a las normas de convivencia y el deficiente mantenimiento en las instalaciones domiciliarias, hace que seamos los mayores derrochadores de agua dulce del mundo.
Si bien el Río de la Plata parece un recurso inagotable, los costos de potabilización, saneamiento y distribución son altos y los recursos económicos, escasos. Una disminución en el derroche del agua permitiría adelantar la iniciación de nuevas obras de acceso al servicio para la población garantizando mayor equidad social y mejoramiento ambiental.
Los números del derroche
Una canilla goteando día y noche puede llegar a perder unos 4 litros por hora, o sea 35.000 litros por año.
Un inodoro con pérdida continua puede derrochar hasta 80 litros por hora, casi 700.000 litros en un año.
Un tanque de 1000 litros con el flotante roto puede perder todo su contenido en unas pocas horas.
Si no se cierra la canilla se pierden 3 litros en 55 segundos al lavarse los dientes y 60 litros en 15 minutos al lavar los platos.
Se pierden 4 litros por minuto cuando abrimos la ducha antes de utilizarla y se pierden 20 litros (1 descarga) al utilizar como papelero el inodoro.
Cada lavado de lavarropas/lavavajillas utiliza un promedio de 100 litros por ciclo. En cada lavado de auto se consumen alrededor de 500 litros. En cada lavado de vereda se consumen aproximadamente 250 litros.
Dentro de dos décadas, cuando el planeta esté habitado por 8000 millones de seres humanos, sólo habrá 5000 metros cúbicos para cada uno. Según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, en menos de 25 años dos terceras partes de la población mundial vivirán en países con estrés hídrico, es decir, donde el consumo de agua es superior a 10% de sus recursos renovables de agua dulce.
Esta claro que el agua potable no es inagotable y la presión por controlar las reservas disponibles irá creciendo a medida que aumente la presión demográfica. No es alocado pensar que muchos de los próximos conflictos bélicos sean por el dominio de este preciado recurso que nosotros derrochamos.
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