
Gestión verde
por Alejandro Chitrángulo
El alcoholismo es una enfermedad pretextual, de tal manera que si no se tiene una razón para beber, la misma se inventa, no tiene límites, ni fronteras, no respeta sexo, edad, posición social y nivel cultural, es tremendamente destructivo, penetra en las mentes de las personas para que el cuerpo lo acepte como un “mal necesario”.
El alcoholismo ha penetrado también en los sistemas sociales, convirtiéndose en el elemento indispensable de las reuniones y las fiestas, lo mismo sirve para festejar los momentos alegres como los tristes que nos proporciona la vida. Entre los tragos fuertes, los adolescentes prefieren aquellos que mezclan energizantes y vodka. Además, la moda de la comida mexicana ha impuesto tragos duros, como la medida de tequila con sal, bajada con cerveza.
La diferente incidencia del alcoholismo, varía de un país a otro. Esto sugiere una influencia de factores culturales en el inicio de este hábito. De acuerdo a lo expuesto en el ultimo Foro Internacional sobre Alcoholismo, en la Argentina, donde ya se cuenta con 2,5 millones de alcohólicos, la edad promedio de inicio para el consumo de bebidas alcohólicas son los 11 años; al lado, en Chile, donde 1 de cada 5 jóvenes mayores de 15 años consume alcohol en exceso, la edad de inicio para este hábito son los 13 años. Una de las conclusiones a las que se llego en este foro es que "en la actualidad los jóvenes beben para poder desarrollar mejor su círculo de amistades; resulta que aquel que no bebe es un tonto. Y no se trata de niños y niñas que prueban el alcohol por primera vez, sino de niños que se emborrachan".
Para los especialistas, el alcoholismo en los jóvenes nace a través del contacto con el grupo de pares la ingesta de alcohol, asociada al ocio y al tiempo libre, por parte de los jóvenes durante los fines de semana es uno de los factores que explica el aumento del número de bebedores de riesgo y está frecuentemente asociado a los sectores más empobrecidos de la sociedad, como sinónimo de "diversión".
En comparación con lo que sucedía hace diez años, el panorama se ha complicado. Por un lado, ha aumentado el porcentaje de la bebida problemática (abusadores y dependientes), pero además el alcohol se ha convertido entre los jóvenes en el gran protagonista de los accidentes de tránsito y situaciones de violencia.
Las mujeres también beben.
La Comisión Nacional de Alcoholismo, lleva adelante un programa para el Control del Uso Indebido de Alcohol, y los responsables de llevara a cabo las políticas del programa, sostienen que en la década de los 90 por cada siete hombres que consultaban en hospitales y sanatorios a causa de problemas relacionados con el alcohol, lo hacían tres mujeres. Hoy son seis varones por cada cuatro mujeres. Y se estima que en poco tiempo las consultas serán similares en uno u otro sexo.
Biológicamente, la mujer es más vulnerable al alcohol, porque tiene deficiencias en su sistema enzimático. Esto hace que se emborrache más pronto con menos cantidad: mientras que el límite para el hombre es de 35 gramos de alcohol (un porrón tiene 14), en la mujer es de 30. A los cinco o seis años, una mujer alcohólica ya es una enferma crónica, en cambio el hombre demora diez años.
Aparte, los expertos explican, que para agravar más las cosas, las mujeres llegan muy pronto al consumo de productos desnaturalizados, por ejemplo, beber perfume. Socialmente la sanción para la mujer alcholica es mayor que para el hombre. No se permite que no sea una buena madre o descuide su hogar. Esta condena dificulta mucho la recuperación. Como contrapartida, la mujer consulta más rápidamente que el hombre: cuida más su salud y tiene más temores y menos prejuicios para asistir al médico.
Durante las intoxicaciones etílicas no se toma en cuenta el daño que se le ocasiona al cuerpo, ni tampoco los valores personales, llegando a una pérdida de identidad, donde tambalean las bases del amor y el respeto, elementos fundamentales para una sana convivencia.
El alcoholismo no se cura, se recupera. Es una enfermedad producida por un sistema social equivocado, que lleva lentamente hacia la adicción. Es necesaria la unión de toda la sociedad para trabajar en la organización y ejecución de programas que permitan la rehabilitación del alcohólico. La tarea mas importante es trabajar en la prevención, sobre todo con los hijos que provienen de familias de tomadores. Es imperativo dar cursos y charlas en los colegios y organizaciones juveniles, para que todos conozcan los peligros que se tienen que enfrentar cuando se abusa de las bebidas alcohólicas.
Se deben reforzar las campañas anti-alcohol, así como también proponer que se establezcan sanciones más rigurosas contra los responsables de la venta ilegal a menores y evitar que la publicidad incite a los jóvenes a su consumo. En algunos países europeos ya se esta tomando conciencia de este flagelo y se logrado leyes por las cuales, las marcas de productos alcohólicos no pueden patrocinar ninguna actividad deportiva, cultural o recreativa dirigida al público juvenil. Desde la administración de los planes de deporte social, la comunidad tiene la oportunidad de alejar a los mas jóvenes del alcohol y las drogas, brindándole a cambio el sano esparcimiento que genera el deporte.
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