Lanusverde
Por Alejandro Chitrángulo.
EL HUMO DE LOS CAÑOS DE ESCAPE DAÑA EL CORAZÓN
“Respirar aire limpio es un derecho de todas las personas”. Pero cada vez que salimos a la calle respiramos los gases emitidos por los caños de escape de los vehículos que no solamente no ayudan a cumplir con ese derecho básico, sino que también nos va envenenando con ese aire tóxico, infecto e insalubre
Una investigación de la Universidad de Edimburgo (Escocia) publicada en la revista European Heart Journal asegura que las diminutas partículas químicas emitidas por los caños de escape cuando se quema la nafta o el diesel no sólo afecta a los pulmones. También son dañinas para los vasos sanguíneos y pueden aumentar la formación de coágulos sanguíneos en las arterias, dando lugar a un ataque de corazón o a un derrame cerebral.
Los científicos midieron el impacto de estos gases en voluntarios sanos para compararlos con los niveles que se encuentran en ciudades muy contaminadas. En concreto, observaron cómo el cuerpo humano reacciona a los gases que se encuentran en el humo del diesel y la nafta -tales como el monóxido de carbono y el dióxido de nitrógeno- con aquellos causados por las partículas químicas ultrafinas de los caños de escape, que miden menos de una millonésima parte de un metro. Los resultados revelan que son estas partículas minúsculas, y no los gases, las que causan el deterioro de la función de los vasos sanguíneos. Según explican los científicos en la nota, las nanopartículas producen moléculas altamente reactivas denominadas radicales libres que pueden dañar nuestros vasos sanguíneos y provocar una enfermedad vascular. Otro estudio sostiene que: en ciudades de 500 mil habitantes (como Lanús) si los niveles de estas partículas contaminantes suspendidas en el aire (inferiores a 2,5 micras) se redujeran a 20 partículas/microgramo por metro cúbico, se evitarían 11.375 muertes prematuras, es decir, 8.053 muertes por patologías cardiopulmonares y 1.296 por cáncer de pulmón.
Los científicos midieron el impacto de estos gases en voluntarios sanos para compararlos con los niveles que se encuentran en ciudades muy contaminadas. En concreto, observaron cómo el cuerpo humano reacciona a los gases que se encuentran en el humo del diesel y la nafta -tales como el monóxido de carbono y el dióxido de nitrógeno- con aquellos causados por las partículas químicas ultrafinas de los caños de escape, que miden menos de una millonésima parte de un metro. Los resultados revelan que son estas partículas minúsculas, y no los gases, las que causan el deterioro de la función de los vasos sanguíneos. Según explican los científicos en la nota, las nanopartículas producen moléculas altamente reactivas denominadas radicales libres que pueden dañar nuestros vasos sanguíneos y provocar una enfermedad vascular. Otro estudio sostiene que: en ciudades de 500 mil habitantes (como Lanús) si los niveles de estas partículas contaminantes suspendidas en el aire (inferiores a 2,5 micras) se redujeran a 20 partículas/microgramo por metro cúbico, se evitarían 11.375 muertes prematuras, es decir, 8.053 muertes por patologías cardiopulmonares y 1.296 por cáncer de pulmón.
Otra investigación, realizada en California sobre 1445 chicos de entre 10 y 18 años, demuestra que los niños que viven a menos de quinientos metros de una autopista pueden desarrollar problemas respiratorios de índole permanente. La revista británica Lancet publicó este trabajo y allí se dice: “El hallazgo de este impacto en las pequeñas vías respiratorias es consistente con lo que se conoce acerca de los tipos de contaminantes emitidos por los caños de escape”.
La comunidad científica no tiene dudas respecto a los efectos perjudiciales de la contaminación sobre la salud respiratoria y coincide en la necesidad de reducir la contaminación urbana.
El ruido también mata
Otro estudio realizado por la Universidad de Berna (Suiza) publicado en el último número de la revista Epidemiology , basado en datos epidemiológicos de más de 4,6 millones de adultos suizos ha revelado que las personas que viven en áreas residenciales sobre las que pasan rutas aéreas comerciales tienen un mayor riesgo de sufrir un ataque al corazón que el resto de la población. En esta misma línea, el equipo también detectó que vivir a menos de 100 metros de una autopista o gran avenida, también incrementaba el riesgo de ataque al corazón. La investigación, publicada, sugiere que la exposición diaria a niveles de ruido por encima de los 60 decibelios (equivalente al generado por una aglomeración de gente) eleva un 30 por ciento el riesgo de morir por un infarto, en comparación con las personas que están expuestas a niveles por debajo de los 45 decibelios (similar a los niveles generados por una conversación). Además, los científicos suizos han registrado que, tras 15 años de exposición a niveles superiores a los 60 decibelios, el riesgo aumenta hasta el 50 por ciento, en comparación con la población general.
Aunque el tráfico automotor y el aéreo producen diferentes niveles de ruido (el automotor es más constante), y no es fácil establecer comparaciones, pero los investigadores aseguran que “ha quedado claro que el ruido afecta de forma negativa a la salud de las personas”.
Aunque el tráfico automotor y el aéreo producen diferentes niveles de ruido (el automotor es más constante), y no es fácil establecer comparaciones, pero los investigadores aseguran que “ha quedado claro que el ruido afecta de forma negativa a la salud de las personas”.
Lanús está lejos de los aeropuertos, pero no de los niveles extremadamente altos de contaminación del aire y sonoros. Muchos vecinos preocupados por la gran incidencia de enfermedades graves incluidos muchos casos de cáncer buscan explicaciones en factores contaminantes, incluso discutidos, como la contaminación electromagnética proveniente de las antenas de telefonía celular, que sigue contando con muchos científicos que no la consideran tan preocupante.
La contaminación de los caños de escape no tiene discusión, todos los especialista acuerdan en que las finas partículas del humo y los altos niveles de ruido generados por los escapes, daña el corazón y los pulmones, o lo que es peor, genera más muertes por año que los accidentes de tránsito. En nuestra ciudad esos factores contaminantes no son controlados. Proliferan bajo la indiferencia de vecinos y funcionarios. Muchísimos vehículos privados y sobre todo gran parte de la flota de colectivos y camiones que circulan todos los días por nuestras calles y avenidas no superarían un control (VTV) real en donde se mida lo que escupen los escapes.
No podemos seguir ignorando estos factores contaminantes. Así como exigimos las cloacas, la limpieza del Riachuelo, el fin de los basurales a cielo abierto o el desmantelamiento de las antenas, debemos exigir la implementación de controles estrictos en materia de transito. Ya no alcanza con pedir solo la documentación en regla o medir cuanto alcohol hay en la sangre. Hay que controlar lo que emana de los escapes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario