Lanusverde
Por Alejandro Chitrángulo
LOS LABORATORIOS APUESTAN A LAS ENFERMEDADES
El ganador del Premio Nobel Richard J. Roberts en una nota publicada recientemente por el diario español Vanguardia, denuncia la forma en la que operan los grandes laboratorios farmacéuticos, anteponiendo los beneficios económicos a la salud y deteniendo el avance científico en la cura de enfermedades, porque curar no es tan rentable como generar cronicidad.
Roberts, desarrolla actividad docente en Harvard y en el Cold Spring Harbor Laboratory de Nueva York. Desde 1992 dirige los trabajos de investigación del Biolabs Institute, de Beverly, (Massachusetts). Obtuvo el Premio Nobel de Fisiología y Medicina en 1993, compartido con Phillip A. Sharp, por su trabajo sobre los intrones, fragmentos de ADN que no tiene nada que ver con la información genética. Pudieron describir que la información depositada en un gen no estaba dispuesta de forma continua, sino que se encontraba fraccionada.
Roberts, desarrolla actividad docente en Harvard y en el Cold Spring Harbor Laboratory de Nueva York. Desde 1992 dirige los trabajos de investigación del Biolabs Institute, de Beverly, (Massachusetts). Obtuvo el Premio Nobel de Fisiología y Medicina en 1993, compartido con Phillip A. Sharp, por su trabajo sobre los intrones, fragmentos de ADN que no tiene nada que ver con la información genética. Pudieron describir que la información depositada en un gen no estaba dispuesta de forma continua, sino que se encontraba fraccionada.
El negocio de las enfermedades
En la nota Roberts señala que algunos fármacos que podrían curar del todo una enfermedad no son investigados. Y se pregunta hasta que punto es válido que la industria de la salud se rija por los mismos valores y principios que el mercado capitalista, los cuales llegan a parecerse mucho a los de la mafia. Y agrega: “La investigación en la salud humana no puede depender tan sólo de su rentabilidad económica. Lo que es bueno para los dividendos de las empresas no siempre es bueno para las personas”.
Y continua denunciando: “He comprobado como en algunos casos los investigadores dependientes de fondos privados hubieran descubierto medicinas muy eficaces que hubieran acabado por completo con una enfermedad”...
“Las farmacéuticas a menudo están mas interesadas en sacarle dinero a la gente que en curarle la enfermedad, así que esa investigación, de repente, es desviada hacia el descubrimiento de medicinas que no curan del todo, sino que cronifican la enfermedad y le hacen experimentar una mejoría que desaparece cuando deja de tomar el medicamento”. Las farmacéuticas estén interesadas en líneas de investigación no para curar sino sólo para cronificar dolencias con medicamentos cronificadores mucho más rentables que los que curan del todo y de una vez para siempre.
Una grave acusación
Roberts afirma que se han dejado de investigar antibióticos porque son demasiado efectivos y curaban del todo. Como no se han desarrollado nuevos antibióticos, los microorganismos infecciosos se han vuelto resistentes y hoy la tuberculosis, que había sido derrotada, está resurgiendo y ha matado este año pasado a un millón de personas. Las industrias farmacéuticas apenas investigan las enfermedades tercermundistas, porque los medicamentos que las combatirían no serían rentables.
Una grave acusación
Roberts afirma que se han dejado de investigar antibióticos porque son demasiado efectivos y curaban del todo. Como no se han desarrollado nuevos antibióticos, los microorganismos infecciosos se han vuelto resistentes y hoy la tuberculosis, que había sido derrotada, está resurgiendo y ha matado este año pasado a un millón de personas. Las industrias farmacéuticas apenas investigan las enfermedades tercermundistas, porque los medicamentos que las combatirían no serían rentables.
Voracidad criminal
Luego de leer la nota de Roberts, solo queda pensar que cuanto mayor son los beneficios y el poder del pequeño puñado de grandes conglomerados farmacéuticos, más se amplía el peligro para la mayoría. La conversión de la salud en un negocio multimillonario que se cobra un precio macabro. El sometimiento de la sanidad al interés más restringidamente privado nos había introducido en el mundo del “tanto tienes, tanto vives”. Ahora se ha producido otra vuelta de tuerca: no es que nuestra salud sea una mercancía, es que nos hemos convertido en material desechable, en simples números cuya vida no tiene ningún valor mientras hay millones en juego.
Luego de leer la nota de Roberts, solo queda pensar que cuanto mayor son los beneficios y el poder del pequeño puñado de grandes conglomerados farmacéuticos, más se amplía el peligro para la mayoría. La conversión de la salud en un negocio multimillonario que se cobra un precio macabro. El sometimiento de la sanidad al interés más restringidamente privado nos había introducido en el mundo del “tanto tienes, tanto vives”. Ahora se ha producido otra vuelta de tuerca: no es que nuestra salud sea una mercancía, es que nos hemos convertido en material desechable, en simples números cuya vida no tiene ningún valor mientras hay millones en juego.
Por cada dólar invertido en la fabricación de un fármaco se obtienen mil en el mercado. Este es el enorme terreno de un juego seguro. Si usted necesita una medicina, no escatimará dinero para comprarla. Como sucede en todos los ámbitos del capitalismo, cuanto mayor es el pastel a repartir, menores son los comensales que pueden aspirar al banquete. El farmacéutico es uno de los mercados más monopolizados del planeta. Tan sólo 25 corporaciones copan el 50% del total de ventas, porcentaje que se eleva al 60% u 80% en los segmentos más rentables. Y hay que añadir más, puesto que todos los grandes grupos farmacéuticos son también potencias de la industria química, biotecnológica o agroquímica. Dominio que se extiende hasta todos los rincones del proceso. Ellos son los únicos que pueden invertir enormes sumas en investigación, el sistema de patentes hace depender a cualquier pequeño laboratorio de los grandes, las sustancias químicas necesarias para la fabricación sólo pueden ser proporcionadas por los principales monopolios. Condiciones que crean una pirámide donde, aunque pueden surgir pequeñas industrias, todos los integrantes del sector deben someterse a las condiciones que impone un pequeño puñado.
Según Roberts: “Cosechan sus beneficios con una guadaña que siega diariamente muchas vidas”.
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